16 de julio de 2009

El país de las maravillas

Brincan las hojas de mi deseo
para hacer de un momento
eterno...



Mientras caminaba por el metro y su retorno infinito,
crucé puertas de madera
y árboles para subir al cielo.

Pisé como Alicia, algunas de mis ilusiones
y esta vez,
no era un sueño.

Estuve allí sentada
sin poder moverme
frente al todo que me reclamaba
unas palabras de equilibrio.

Así de paralizada,
no supe ni una
más que suicidio,

porque no tengo pócima en
mi botella de vino
porque no puede hacerme más grande
cuando lo necesito.

Mientras tomaba té,
imaginé a un relojero
que me encontró en el camino;

dió en mis segundos
fértiles flores
y colores magníficos.

Hizo un poco de luz
para bailar
cuando ya se acabó el tiempo.

Y entre colores,
al llegar a la nueva noche
de mi próxima vida
encontré que el camino ha sido moldeado
así como ya no lo quiero.

¿En dónde meto la cabeza?
Pregunté para entonces.

¿De qué color me pinto
en este derroche de segundos?

¿Qué carta tiro
cuando entiendo del todo?

¿A dónde voy cuando me elevo?

¿Cómo camino para ser algo nuevo?

El espíritu ha dicho
que quiere salirse de mi cuerpo,
para morir un rato
y amanecer de nuevo.

Pero el mundo de las maravillas,
aún no lo encuentro;
tendré que construirlo
momento tras momento.




2 comentarios:

Leonel Puente dijo...

Evocadoras tus palabras, especialmente los últimos versos que cierran el texto (tienen una cadencia similar a la de los sonetos).

Jessica Adriana Gómez Rosas dijo...

Muchas gracias por tomarte un poco de tiempo, en este acontecer tan lógicamente rápido, para leerme y publicarme...