17 de julio de 2009

De los días de camino

Encantada de la cotidianidad, camino por los estrechos pasos de mi elección. Concurro en ideales y vuelo por mis nadas a contracorriente. Uso el uniforme de la vida, y lo lavo sólo cuando ya huele a lo mismo. Uso los zapatos para caminar firme, pero a veces, son un poco duros. De vez en vez, cambio a los cómodos para no lastimar los pasos. Cargo en el bolso un poco de tinta y papel para no olvidar lo que ya pensé. También cargo con más papel para limpiar lo desechado. Y un espejo para verme, evitando olvidar el rostro que aún es mío, sin pretensión de perderle.

También, para estar bien armada en esta lucha cotidiana, cargo mi abrigo al no sentir necesidad de refugio.

A veces sigo el camino con poco de tabaco para mascar las desesperanzas y fumar las importancias de la vida.

Acuso a mis lentes de meterse en el bolso para cambiarme la visión. Ellos hacen ver que como veo no está bien, conjunto apegado a la norma intelectual. Pero me los quito y deja de pasar. Sólo les sigo permitiendo meterse para poder conversar con los otros y nada más.

Cuando tengo hambre, regreso a la cueva para alimentarme de colores, olores, sabores e ilusión. Me digo: lo estás haciendo bien. Aunque parezca, todo anda mal.

A veces reposo en cama por orden de mis zapatos cansados. Los dejo dormirse para luego levantarse hasta las nubes. Reposar.

En los ratos libremente impuestos, viajo por las pastas de los libros, a través de sus entrelíneas. También tomo notas en la piel, para entender aquellas escrituras. A veces me confundo, sin ser para tanto.

Hablo con otros para escucharme y saber si tengo bien aprendido lo que no digo.

Me enamoro del sexo, y me excito con sus versos de sonrisas y luchas.

Escucho música para hacer bailar la respiración. Mientras veo la Luna, otra vez escribo una canción buscando su ritmo y su color.

Una y tantas veces, pinto cuadernos para no olvidar mi olor.

¡Además!, Además canto lo que nunca y siempre se escribió.

Duermo poco y sueño mucho.

Ahora hasta trabajo regando mis raíces para cosechar mis verdades.

Gas: Cada semana compro más, esperanzas en el mercado lleno de cosechas, mías y de los demás. Mientras tanto, vivo, unas veces melancólica, otras veces con bríos.

Me pinto los ojos para saber más a sabor brillante y pinto mi boca para decir más dulce.

Visto la piel para que pocos vean, e imaginen mi esencia.

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