Tu lengua resucita en mi oído
cada vez
que el viento
de todos
los poetas olvidados
toca a la puerta de mi memoria.
Te apareces como el eco,
revives en mi vientre,
asomas tus dedos floreados
a mis sueños.
Cantas
y me devuelves la esperanza.
Caminas sobre las líneas de todas mis letras,
tus pasos me dan alas
y vuelo al poema.
Resucitas,
apareces,
cantas.
Caminas
y danzas.
Con la hermosa compañía de Rodolfo Pineda, poesía de carne y hueso.
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