11 de febrero de 2010

Hombre triste en el metro.

Encontrada la desolación
en un desierto lleno de lluvia,
peregrinan las notas de este vagabundo,
caminandor de mundos creados por la razón
del hombre testarudo.

Para tener pies, su instrumento
yergue el alma de sus vuelos
y los ojos de su rumbo.

Para estar menos solo,
con el viento de sus labios
percute en los corazones secos y asoleados,
rotos como tierra hosca.

Sin embargo, no ve hacia el mundo
para evitar tocar el suelo.

Y así,la empuñadura de su arma
en vuelo, asegura con fuerza y embestidura
la sangre de su comprensión y no atadura
mientras las venas circulan con ahínco en la armonía.

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